Como un maestro

¿ Qué saben de la vida los que no han sufrido?

Es la pregunta que siempre hacía un tio mio que era medio filósofo pero que nunca estudio, un hombre humilde que atravezó la vida solo con la amistad de los libros y el deseo de aprender, buscando más allá del horizonte. En su momento no comprendí la profundidad de su reflexión tal vez porque yo era muy joven y de la vida no conocía nada, solo existía a travez de las vivencias de otros, mi trayectoria no estaba forjada.

Las experiencias, cuando llegan, suelen golpear fuerte como ese maestro tan temido que utiliza el maltrato para hacerse comprender de sus alumnos. Las experiencias te llevan a un ring de boxeo en el que solo el màs fuerte saldrá vencedor.

No es necesario sufrir para aprender, no tendría que ser una obligación pero eso la vida no siempre lo entiende, o no le da la gana de entender. No buscamos los golpes, intentamos esquivarlos como lógica reacción humana pero en ocaciones el dolor se convierte en nuestro único aliado.

Quizás en el sufrimiento se aprende, se descubre, nace la fortaleza y se endosa la experiencia porque toda esta mezcla es imposible de hayar en un camino sin piedras. Es tal vez el sufrimiento el mejor profesor por mucho que nos destruya y si no logra acabar con nosotros nos impulsa hacía arriba, ofreciéndonos una fortaleza inmaculada.

El no sufrir no enriquece y hace que el ser humano se mantenga en su zona de confort sin conocer, incluso, sus propias capacidades aunque sería mejor aprender sin sufrir.

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Primavera

La primavera ha vuelto y lo ha hecho en la fecha en que suele hacerlo. Tranquila y sin alardear, ha tomado su lugar como cada año. De vuelta a casa ese ambiente de renacer, de luz y brillo. El mundo despierta después de meses sumido en el letargo gris del invierno.

Los días hermosos comienzan a instalarse poco a poco porque la primavera ha tocado a la puerta, sin embargo, en esta ocación no ha tenido el acostumbrado recibimiento, aunque se aprecia que nos da ánimos.

La primavera ha regresado en medio del sufrimiento, del dolor y la muerte y eso nadie podía imaginarlo. Un diminuto virus, de descomunal maldad, ha arrebatado el protagonismo al renacer,  a ese que nos tiene tan acostumbrados el Planeta, porque la naturaleza nos mima y nosotros la destruimos sin piedad para satisfacer la ambición materialista.

El Coronavirus y la primavera se están dando la mano en esta ocación. La vida y la muerte se han juntado para recordarnos que, quizás, no somos gran cosa en el Universo. La creación y la destrucción se dieron cita en el 2020 y, ni el más experto de los videntes, pudo verlo.

Esperemos que la primavera extienda su renacer borrando asi, con certeza, el llanto que riega la tierra que cubrirá, gracias a los cálidos rayos de un sol que observa desde las alturas, el correr desesperado de la raza humana.

 

 

 

Cubano es…

Cuba se enfrenta a sus problemas a golpes de salsa, un vaso de ron y, el increible arte de subsistir en medio de la nada que es tan innato en su gente. La salsa endiablada que brota desde cualquier esquina o que hace vibrar las más destartaladas de las casas, mientras que el cubano intenta llenar su tiempo.

Cuba, esa isla herida de la que millones de gente se va por obligación pero que, se convierte inmediatamente en millones de tatuajes que no se borran nunca del corazón de esos que la vieron por última vez desde un avión o estando encima de ese barco fabricado a escondidas, que los llevará a nueva tierra…o a la muerte en alta mar.

Si, Cuba es: salsa, guaguancó, maracas y una carcajada que estalla en el portal de una casa en ruinas. Un cubano que habla estruendosamente porque el silencio no es asunto de los que viven en la isla, allí todas las voces rompen el muro del silencio y el hablar bajo se lo dejan a los que residen más allá de sus fronteras.

La mujer cubana empieza la limpieza de la casa pero minutos después, deja la escoba en un rincón para ir a conversar con la vecina màs cercana porque es vital saber los últimos acontecimientos ocurridos en el barrio, o en la ciudad.

Los niños juegan en las calles y los adultos se reúnen en los portales o en las aceras para » arreglar el mundo» porque los cubanos siempre » modifican» el curso de la historia, aunque la suya sea un desastre. Un cubano siempre estará dispuesto a imaginar un mundo mejor puesto que extrae del llanto una sonrisa.

Se juega a la pelota con pasión. Lo saben todo y lo que no, se lo imaginan. Genios sin diploma que entienden el significado de la vida mejor que el mismísimo Albert Einstein. Colocan » parches» al cotidiano para que la sobrevivencia tenga luz propia.

Construyen el más diminuto objeto que les saque del apuro mientras arreglan otro que parecia muerto. Esa es la marca: Made in Cuba. Una marca con calidad y desparpajo.

 

Cinco minutos

Siempre solemos encontrarnos con ese personage que se las da de perfecto y que está ahí para lanzar frases que te ponen los ánimos, y el autoestima, por los suelos. No hace falta mucho para que, de repente, lo encontremos al doblar de una esquina.

Después de hablar un poco con este tipo de personas uno sigue su camino de una manera distinta a como lo empezó. Prácticamente ya no caminamos sino que, nos «arrastramos» hasta llegar a nuestro destino deseando meternos en un hueco y no salir màs.

Todos hemos tenido un encuentro asi y lo vivimos mejor o peor, esto depende del grado de sensibilidad que abrigue nuestra manera de ser.

Si te ha ocurrido alguna vez te recomiendo que te ofrezcas cinco minutos para pensar en tu más fiel amigo: tú mismo. Recupera rápidamente esa amistad que quizás hayas dejado a un lado por motivos que solo tú conoces y «estreches» la mano de tu propio yo.

Amarse a si mismo es el comienzo de algo importante, es ese amor al que hay que recuperar  para hacer frente a los «ataques» de esa gente que no nos aprecia como es necesario.

Sitúate frente a tí mismo pero trata de hacerlo sin que las voces que te traen sonido negativo te llene la cabeza. Mírate en el espejo con sinceridad, reconoce los valores que posees y , mientras busques en tu interior, te iras encontrando con virtudes que están ahí pero que, pasaste por alto.

Elimina los miedos que, esos, no te ayudarán nunca en el trayecto que recorras. Los miedos son una amalgama de emociones tanto personales como ajenas que solo existen para poner sancadillas: cuando se cae no se avanza. No alimentes tus miedos, empieza una y otra vez cada vez que te equivoques y hazlo sin temor.

Cinco minutos contigo mismo. Cinco minutos de un reencuentro importante.